John H. Ostrom fue un paleontólogo estadounidense que revolucionó la comprensión moderna de los dinosaurios en los años 1960, al demostrar que estos animales eran más parecidos a grandes aves no voladoras que a los reptiles, una idea propuesta por primera vez por Thomas Henry Huxley en los años 1860, pero que ganó en ese entonces pocos apoyos.
Los primeros trabajos bien establecidos de Ostrom sobre osteología y filogenia de la primitiva ave Archaeopteryx aparecieron en 1976. Su teoría fue corroborada con el descubrimiento de dinosaurios emplumados en China. Cree firmemente que las aves eran descendientes directos de
los dinosaurios. Un nuevo examen de los Pterosaurios y de todos los
especímenes de Archaeopterix, el ave más antigua de todas las conocidas.
Según otra teoría, las aves volantes surgieron de los Pterosaurios y
las aves no voladoras -como las avestruces- descendían de los
dinosaurios. Las aves descendían de reptiles...¿pero de qué reptiles?.Los dinosaurios y las aves estaban remotamente emparentadas debido a que ambas especies descendían de un tronco común muy distante, identificado usualmente como los primitivos Tecodontos. Estos serían los ascendientes que a principios del Triásico dieron lugar a todos los Arcosaurios. Con ello se llegaba a que las aves no estaban más relacionadas con los dinosaurios que los cocodrilos. Las muchas afinidades entre las aves y algunos dinosaurios podían ser debidas a paralelismos y convergencias.
A lo largo de los años los científicos han intentado obtener “datos sobre la fisiología y la conducta de los dinosaurios” basándose en el tamaño y la forma de sus cerebros. Comenzaron haciendo moldes de yeso de la cavidad craneal. Sus cerebros eran extremadamente pequeños en relación con sus cuerpos, pero algunos de sus sentidos podrían compensar esta deficiencia.
Un cuidadoso examen de su estructura cerebral revela un buen desarrollo de bulbos olfativos y lóbulos ópticos. La estructura ósea interna de las orejas sugiere un excelente oído. Posiblemente estaban capacitados para oír notas extremadamente altas como los agudos gritos de sus crías, habilidad importante para mantener la cohesión familiar. Todos los dinosaurios tenían órbitas demasiado grandes para sus ojos, pero nadie conoce el color de estos, aunque los actuales reptiles los tiene de un color que va del rojo al amarillo. Además algunos huesos de sus cráneos sugieren que tenían una voz potente.